Hoy es el Día Internacional del Café, y en Eñutt no podíamos dejar pasar la oportunidad de rendir homenaje a nuestra poción matutina favorita. Esa bebida oscura, humeante y, para muchxs de nosotrxs, indispensable. Pero lo mejor de todo es que el café no solo despierta cuerpos: también tiene una historia de lo más despierta (y marketinera).
Sí, aunque hoy lo veas en cápsulas sostenibles, cold brews artesanales o en tu taza de oficina con dibujito de alpaca, el café tiene un pasado bastante intenso. ¿Sabías que alguna vez fue llamado “la invención amarga de Satanás”? Qué nivel.
Todo comienza en Etiopía, en el siglo XIII. De ahí viajó a Egipto, luego a Yemen, y siguió su ruta cafetera por Oriente Medio hasta llegar a Europa a principios del XVII. Fue amor a primer sorbo… aunque no para todxs.
En Venecia, por ejemplo, el café no cayó tan bien al principio. Lo vieron tan oscuro y tan estimulante que lo tildaron de cosa diabólica. Literal. «La invención amarga de Satanás», decían. Pero el marketing celestial también existe: el Papa Clemente VIII le dio su bendición (porque sí, también lo probó y quedó encantado). Y con eso, boom: carta blanca para el espresso eterno.
¿Creías que el café es cool solo desde que existen las cafeterías de especialidad? Think again.
En 1652, el inmigrante siciliano Pasqua Rosée abrió la primera cafetería en Londres. Y con ella, llegó el primer anuncio impreso de café que hoy se conserva en el British Museum. El texto promocionaba las «virtudes» de esta bebida recién llegada, y entre sus claims estaban cosas como:
- Curar la irritación de ojos
- Ayudar en los embarazos
- Mejorar el rendimiento en el trabajo
- Prevenir enfermedades como el escorbuto, la gota o las piedras en el riñón
Vamos, que en el siglo XVII ya sabían que para vender, el storytelling y la salud eran la combinación ganadora.
Spoiler: no curaba todo eso. Pero tampoco lo hacían los anuncios de tónicos milagrosos… ni algunas campañas modernas.